ME MEREZCO MÁS MINUTOS

Dicen que nadie es entrenador hasta que tienes la siguiente conversación con un jugador:

Entrenador

Si, Jugador. 

El último partido he jugado poco y creo que me merezco más minutos. 

                                                                        ¿Porqué? 

                                                               Porque voy a entrenar

Incluso en algunas ocasiones viene aderezado con un:

Si no juego más, me voy del equipo

Esto en categorías senior. Porque en categorías escolares, la conversación va más allá, ya que aparecen algunos padres aduciendo el típico tópico de

                            «mi hij@ paga igual que l@s dem@s, no sé porqué juega poco»

Esta conversación, corta y directa, posee varios matices que, en mi opinión, muestran bien a las claras la Sociedad en la que nos encontramos actualmente. Analícemosla por partes:

«El último partido he jugado poco y creo que me merezco más minutos porque voy a entrenar» Aquí nos encontramos con la faceta egoísta de todo jugador, que busca siempre lo mejor para él con independencia de lo que suceda con el equipo. Hay una gran cantidad de jugadores que se van satisfechos a casa si juegan 30 minutos aunque su equipo pierda de 20, por no hablar de aquellos jugadores que disfrutan metiendo 25 puntos – y tirando 50 tiros- y que luego suben vídeos editados de sus highlights a cualquier red social, creyendo que el futuro Carlos Alocén está con 18 o 20 años perdido en junior B o en una nacional autonómica.

Pero eso ya es otro tema que da para un libro.

Decía que el jugador es egoísta por naturaleza. El entrenador es precisamente ese contrapunto, el único miembro de todo el equipo que piensa antes en el conjunto que en sí mismo. Ante el órdago del jugador, toca el turno de réplica.

¿Cómo has entrenado las últimas semanas? No cuanto, sino cómo. Matiz muy importante, porque no es lo mismo ir a entrenar que estar entrenando. Yo he tenido jugador@s que juro que su cuerpo estaba sobre la pista pero su cabeza perdida en algun examen, pareja sentimental o pista de baile. Durante la explicación de los ejercicios por lo general ese jugador/a que reclama más minutos suele estar hablando con otro compañero y, luego, en la ejecución, se debe parar varias veces para que su cabeza entre en la pista.

Con la consiguente pérdida de tiempo. Y la falta de respeto a sus compañer@s que sí que están concentrados.

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Por no hablar de las normas y sistemas. Ya en los entrenamientos dudan en la ejecución, pero es que luego en los partidos directamente no saben cómo, cuando ni donde situarse, lo que sí saben hacer el resto de sus compañeros.  Y en vez de preguntar al entrenador o pedir un PDF con los sistemas y su explicación, se callan y tientan a la suerte, que normalmente no suele estar de su parte.  Resultado: generalmente una pérdida de balón o una canasta concedida.

La siguiente pregunta es: Si tu crees que mereces más minutos ¿Quién se merece menos? Con esta explicación, desarbolas al 70% de l@s jugador@s, que normalmente bajan la cabeza, ya que no se atreven a señalar a ning´ún compañero. Algún avispado suelta un «no sé, eso es tarea tuya, que para eso eres el entrenador». Si querid@, por eso mismo que es mi tarea, juegas tan poco. Porque no tienes actitud, no tienes intensidad, no tienes capacidad y tienes menos aptitud que el resto. O simplemente porque el rival exige jugar de una determinada manera. Porque no todos los rivales son iguales, igual que tampoco los jugadores son iguales.  Y puedes haber entrenado fenomenal pero el partido puede pedir a otro compañero que, seguramente, habrá entrenado igual o mejor que tú y sus características son necesarias.

Y para terminar, un buen postre con la siguiente frase: con tus preguntas, me has demostrado ser una persona inmadura. Una persona madura, hubiera venido aquí preguntando un «Entrenador, ¿qué necesito mejorar para jugar más?».  

«Si no juego más, me voy del equipo» es la tumba de ese jugador. Primero, porque lanzar un órdago al entrenador que debe evaluar tu aptitud no suele augurar nada bueno para ese jugador. Normalmente los egoístas suelen ir al fondo del banquillo. Y segundo, porque el jugador tiene la mala creencia que en otro sitio va a jugar más. Que el problema es el entrenador y no él.  O que simplemente va a jugar porque paga, lo cual es de por si perverso, como si el hecho de pagar una nimia cuota te de derecho a jugar sin necesidad de esforzarte. Y aqu´i es donde aparece la figura de los padres.

«mi hij@ paga igual que l@s dem@s, no sé porqué juega poco» es la típica frase de padre snob de hoy en día. Padres de estas generaciones que se creen que todo va a venir por ciencia infusa por el mero hecho de pagarlo. Porque luego esos padres son los que cuando su hijo suspende merecidamente varias asignaturas entran cual elefante en cacharrería en las tutorías aduciendo motivos tan sesudamente detallados como «el profesor tiene manía a mi hijo» o «este ejercicio del examen está mal corregido, se merece un 0,75», juzgando calificaciones realizadas por un profesional como si fuera un jurado de «La Voz Kids» y dando su opinión sobre el trabajo de otros.

En la vida, como en los estudios y el baloncesto, la aptitud es fundamental. No tod@s los niñ@s son igual de buenos en el baloncesto, al igual que no todos lo son en los estudios.  No todos l@s niñ@s o adultos juegan lo mismo porque no todos tienen la misma aptitud ni actitud. Que jueguen todos lo mismo o saquen la misma nota podrá ser igualdad, pero no EQUIDAD. Y para tener aptitud, se necesita esfuerzo.

Es de justicia dar a cada uno lo que se merece. Y no todo el mundo se merece lo mismo. ¿Se merecía jugar lo mismo Brendan McKillop que Stephen Curry en Davidson cuando Stephen hacía rutinas de más de 500 tiros diarios y horas y horas de manejo de balón?

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Este año, como coordinador y entrenador de un club, me he visto en varias situaciones de las anteriormente narradas. Un jugador que se marcha en mitad de la temporada a un equipo de igual o inferior categoría «porque es lo mejor para mi futuro» (sic) como si tu futuro fuera ser profesional, fichando por una agencia de representación de dudosa reputación siendo un don nadie. Otro jugador que es su segundo año jugando a baloncesto y que cree que debe jugar más minutos. Padres que desapuntan a sus hijos en mitad de la temporada – ¿Qué ejemplo le estás dando a un chico que cree que puede dejar de comprometerse cuando le viene en gana o se tuercen las cosas?–  en su nombre porque, mire usted, en el último partido jugó 8 minutos – ese niño jugaba 15 de media- y paga igual que el resto (sic), otro padre que invita a reflexionar al entrenador (¿?) porque el último día cronometraron (si, han leido bien, hay padres que van cronometro en mano a ver partidos de sus hijos) lo que había jugado su hij@ y jugó 2,4 minutos sobre 200 posibles – si, ese padre cree que su hij@ es un Point God estilo Antetokoumpo y puede jugar de base y pivot-. Y así un largo etcétera.

 

Creo sinceramente que la Sociedad que estamos creando no es la mejor para las futuras generaciones. Una sociedad donde existen muchos derechos a cambio de pocas o nulas obligaciones está condenada a fracasar.